Louie

La única forma que se me ocurre de revitalizar un blog comatoso es hablar de series de televisión. Todo el mundo lo hace y ya no es nada «cool», así que por una vez la motivación viene exclusivamente de lo grande que es la serie en cuestión.

Hablo de Louie, una serie protagonizada, dirigida, editada y producida (no necesariamente en ese orden) por Louie C.K.

Louie practica el tan americano arte de la «stand-up» comedy, inserta sus apariciones en el Comedy Cellar entre viñetas basadas en su vida de perdedor-cuarentón-divorciado-con-dos-niñas. Con esta premisa cualquier cosa podría suceder, pero tras unos inicios de la temporada 1 irregulares, con momentos brillantes pero también grandes bajones, Louie se las ha apañado para pergeñar el mejor show de TV que se está emitiendo a fecha de hoy. (Hay que hacer estas aseveraciones para parecer alguien en esto de los reviews seriófilos). Los tres episodios de la recién estrenada T2 son gloriosos, con el último, el del pasado jueves, simplemente demoledor. Da gusto repasar una serie cuando está en lo más alto, y no recomendar «The Wire», «Carnivale» o «Six feet under» diez años después de la cancelación, cuando todos sus actores ya se han dado a la bebida o a la politoxicomanía.

Louie es una serie de (doloroso) bajo presupuesto. Los raccords se los pasan por el forro. La calidad del audio cambia dependiendo de si estamos en primer plano o plano general. Louie está rodado con la Red One, y tiene una textura fotográfica encantadoramente guarra. En la careta de presentación de Louie varios figurantes miran a cámara. De hecho, no son figurantes, pasaban por allí. Louie es como si a Jerry Seinfeld lo mojaras y le dieras de comer después de medianoche. Los chistes de Louie solo pueden ser misóginos, antisemitas, homófobos, sobre pedófilos o sexo anal. El resto de temas están prácticamente vetados en la serie. A veces hay más -piiiiiiiiiis- para tapar tacos que propiamente diálogo en cualquier episodio de Louie. La segunda temporada se distingue de la primera porque un cartel al final nos indica que los personajes son ficticios y no basados en personas reales. Es un cartel sorprendentemente grande y persistentemente largo para los habituales créditos-parpadeo de una serie de TV. Por algo será.

Louie se ha convertido en mi serie favorita, y, sorprendentemente, también en la de mi hija. Ya no ve «Glee».

Orsai

Estuvimos en Sant Celoni, dando cuenta de unos choripanes y poniendo al día nuestra colección de Orsais. Conocimos a unos cuantos lectores que nos enseñaron como chimichurrear nuestros choripanes. Nos lo pasamos bien…