Pixels como kikos

Hace unos años vi una película dirigida por Michael Almereyda llamada Nadja, una historia de vampiros, donde las secuencias desde el punto de vista del prota estaban filmadas con una cámara de juguete, una Pixelvision de Fisher-Price que sólo se fabricó entre 1987 y 1989. Estaba dirigida a los críos, su precio original era de unos 45€ y grababa en cintas de audio, de las de toda la vida, unos 5min en una de 90. La resolución es de unas 100 líneas, es decir 6 veces menos que una tele o 4 menos que un VHS. O sea, cuando lo amplías un poco los pixels se ven como kikos. Y en blanco y negro. Eso hace que hasta el más cotidiano de los planos pasado por la PXL parezca extraído de la pesadilla de un zombie. Sadie Benning se hizo famosa en los 90’s con diarios filmados en pixelvision explicando sus primeras experiencias lesbiánicas y otras lindezas. Me he entretenido en buscar si existen todavía estas cámaras y resulta que se venden de segunda mano entre 500$ y 1000$, dependiendo del estado. Hay festivales especializados y hasta ingenieros expertos en las PXL. He desistido de tener una, pero si alguien sabe de alguna, me gustaría probar… Yo soy de los que opino que cuanto más baja es la resolución del medio, más se excita la imaginación del receptor. Y la resolución de la Pixelvision es dificil de rebajar.

Cine digital y el tiempo de los pintores

Decía ayer Erice que las herramientas digitales le darán al cineasta el tiempo que poseen los pintores. No entiendo lo que quiere decir, pero estoy de acuerdo. Yo asocio más las camaritas y el software al papel y lápiz con el que cualquiera podría (es un decir) escribir el quijote. Los ceros y unos hacen que al final todo dependa del talento y el rigor (más de esto último que de aquello otro). Y la cosa se convierte en complicada, porque la facilidad y promiscuidad la de las herramientas llevan directamente a la relajación. Relajación digital, eso sí. Sólo nos daremos cuenta de esta revolución cuando se descubran en los discos duros y DVDs grabables domésticos obras maestras de cineastas que jamás exhibieron su obra en un festival o una sala de proyección, de la misma forma que se encuentran obras maestras postumas de escritores desconocidos en vida. ¿Pasará alguna vez algo así? Es difícil, porque el hambriento de imágenes y sonidos es exhibicionista de por sí, y está ávido de audiencia. Aunque yo conozco personalmente algunas negaciones de esta afirmación, y simplemente espero que no se nos mueran con sus obras maestras en eterna fase de montaje.

Bitácora 451

Leo un viejo librito de Truffaut que contiene el guión de La noche americana y el diario de rodaje de Fahrenheit 451. De esta última tengo un recuerdo muy vívido, la vi en la tele, hace muuuchos años en Sábado Cine, presentada por Martín Ferrand, y me causó una profunda impresión, y tristeza. Ya de mayor, la vi en la Filmoteca, y no me pareció una gran peli, un poco decepcionante, esquemática, se salvaban la fotografía descolorida de Nicholas Roeg y Julie Christie. Ahora la lectura de un tirón del diario de rodaje de Truffaut me ha fascinado, y me quedo con dos cosas: la sensación de que en la elaboración de una peli tiene gran importancia el azar, y la otra la afirmación de Truffaut de que era incapaz de llevar un diario de rodaje trabajando en Francia. En Inglaterra, donde se rodó Fahrenheit, le era más fácil, el alejamiento y la sensación de sentirse extranjero le facilitaban la inclinación a la confidencia, y la disciplina que requiere la escritura de su bitácora-451.

Wong Kar Wai, Antonioni y la Vida Tranquila

El viernes me llegó el DVD de «In the mood for love». Es doble y contiene un montón de extras de los que ahora engordan estas ediciones. De hecho es mi primera peli en DVD, lo que significa dos cosas:

1.que me la pongo en el aparato sólo para ver como funcionan los botones del mando a distancia

2.que no sé donde narices archivar el estuche este tan amorfo, si con los Cd o los VHS

Ya se me pasará la tontería.

Eso sí, la peli es digna de comentarse. Resulta que hay un montón de entrevistas donde Wong Kar Wai habla y no para de la influencia de Antonioni. Yo no lo hubiera dicho nunca, pero bien mirado resulta que sí que se nota. Los dos son tan buenos como petulantes. Ultimamente poca gente es simpáticamente petulante. Bunbury, por ejemplo, es petulante pero no tiene mucha gracia. Hace tiempo dije que me gustaban las obras pretenciosas, y aunque pretencioso y petulante no es lo mismo, suelen ir de la mano. Los planos incomunicativos en cámara lenta del WkW, son tan petulantes que, efectivamente, recuerdan a los que se marcaba el Michelangelo en los años 60. ¿Y la vida tranquila? Es un tema de Van der Graaf, con la letra más pretenciosamente petulante que se ha escrito nunca para una canción pop.

JLG y AK

No es el fotograma de ninguna peli, es la VERDADERA boda entre Jean-Luc Godard y Anna Karina, que estuvieron casados entre 1961 y 1966.

¿Qué tiene esta foto de fascinante? Pues no sé, ya me diréis. A mi me cautiva que posea la misma textura que las fotos de boda de mis padres (1962), y que se revele más demostrativa de «algo» que cualquiera de las imágenes de sus películas de esa época, como la sublime «Vivre sa vie», a la que habrá que volver dentro de poco. La foto la he robado de una fetichista web sobre Anna Karina.

Eyes wide shut

Las dos únicas horas delante de la máquina las he gastado en elegir como plasmar el diario en Internet, y al final he elegido esta, sin preocuparme demasiado de la apariencia. En inglés y muy simplón, pero no he perdido demasiado tiempo en configurarlo y ya estoy escribiendo mi primera entrada, no está mal. Me gustaria escribir mientras escucho al Nick Cave, pero Alicia está durmiendo, con fiebre, y no estoy para tolerar los auriculares. En la radio dicen que dejaron en inglés el título de la última del Kubrick por intraducible. Pero a mí se me ocurre una: Ojos cerrados de par en par.